La
película
En el
año 2005 llegaba a las pantallas la sexta película de director barcelonés
Daniel Calparsoro que, con Ausentes, se proponía explorar el thriller
psicológico en torno a un personaje femenino, Julia, interpretada por
Ariadna Gil, y acompañada en el reparto por Jordi Mollà, que hacía de su marido,
Samuel.
Julia
ha sido despedida de una empresa en la que trabajaba como ejecutiva y está
teniendo problemas para encontrar un nuevo empleo cuando el matrimonio decide
cambiar de aires y mudarse con sus dos hijos a una nueva casa, una gran
urbanización a las afueras de la cuidad. Una vez llegados allí, Julia empieza a
experimentar sucesos extraño, en la zona parece no vivir nadie, los supermercados
vacíos y hay una extraña mujer que la acecha y desaparece. Ella, angustiada, se
lo cuenta a su marido quien asegura haber hablado con los vecinos y le aconseja
que empiece, de nuevo, su tratamiento contra la ansiedad.
A lo
largo de 90 minutos, el espectador asiste a la desazón de Julia, aumentada por
la falta de credibilidad y los reproches de su familia. Samuel va tornando su
comportamiento hacia la violencia de género con acciones tales como drogarla
para que duerma contra su voluntad, encerrarla en casa o dejarle a la vista una
fotografía en la que se le ve a él con sus hijos y otra mujer, presuntamente la
madre biológica de estos.
Ya en
el momento climático de la cinta, Julia decide coger a sus hijos y abandonar a
su marido en busca de una vida libre y alejada de los malos tratos de Samuel;
sin embargo, su marido y la extraña mujer que la acosa tratan de impedírselo
dando lugar a una persecución en la que Julia está apunto de tirar a su hijo
desde el tejado de la casa para conseguir escapar. Ella está desesperada,
atropella a Samuel y consigue llegar con uno de sus hijos a la piscina
comunitaria tras haber dejado atrás a su marido y a la mujer que le ayuda; es
entonces cuando el punto de vista de la cinta cambia y la cámara ya no está
inserta en la realidad de Julia y sí en la de su hijo, que ve asustado cómo su
madre ha llegado al jardín de la piscina con un cuchillo y está luchando con
los bañistas, que intentan desarmar a la mujer. La cámara vuelve a Julia, que
no ve a nadie pero siente cómo unas presencias la empujan y luchan contra ella
para quitarle el cuchillo. Es así como el espectador asiste a la caída de la
máscara de Julia y contempla cómo pasa de la imagen de mujer atormentada que
intenta salvar a sus hijos de un infierno a la cruda realidad, que es el
personaje inestable que su marido veía, una mujer a la que las alucinaciones no
la dejan percibir la objetividad de la situación que está provocando. A modo
conclusión, la extraña mujer se desvela como María, una vecina que ayuda a
Samuel en el cuidado de sus hijos y, por último, se vuelve a mostrar al
espectador la foto que presuntamente dejaba Samuel para atormentar a Julia en
la que él aparecía con otra mujer: esta otra mujer es Julia. Se descubre la
foto como metáfora del conflicto del personaje femenino, que tiene que luchar
contra ella misma, contra la mujer que fue y ya no puede ser por la enfermedad
mental que padece.
La
violencia
Desde
su escena inicial la película deja entrever que se va a colocar entre la
denuncia de situaciones injustas que solo viven las mujeres y la fragilidad
psicológica del personaje femenino. Julia va a una entrevista de trabajo
opositando como ejecutiva a la empresa cuando el entrevistador le pregunta por
su edad, si está casada o si tiene hijos interesándose muy poco por su
formación, preguntas a las que ella contesta con una mentira, asegurando que no
tiene lo que el empresario concibe como cargas familiares. Finalmente decide no
contratarla y le dice abiertamente que están buscando a alguien más joven y que
con 35 años es una mujer “demasiado preparada”, una frase que oculta las
vicisitudes a las que se enfrenta todo un género para conciliar vida familiar y
laboral. Otro de estos momentos -fugaces- de denuncia social viene del extracto
de un informativo que se emite en televisión en el que se cuenta la noticia de
que el Tribunal Constitucional ha dado la razón a una mujer a la que un
fotógrafo retrató sin consentimiento desnuda en la playa. Sin embargo, la
inestabilidad psicológica de la que se dota al personaje con su comportamiento
y sobre todo con el hecho de que tome pastillas -se presupone, para la
depresión o para la ansiedad temas que, por cierto, son un tabú social y en el
cine un instrumento desestabilizador para personajes normalmente femeninos-
anulan cualquier tipo de intención de denuncia.
En la
actualidad se recogen 7 tipos de violencia de género, a saber: económica,
laboral, institucional, psicológica, física, sexual y simbólica (Ayuda en
acción, 2018); de éstas, el filme muestra 5 de ellas.
En
primer lugar, la violencia económica se refleja en que el único que trabaja en
casa es Samuel, quien aconseja a Julia que baje sus pretensiones a la hora de
encontrar trabajo e incluso le llega a sugerir que busque empleo no
especializado, como el de camarera, siendo ella una alta ejecutiva, que aunque
no se especifica en qué, se le presupone alto nivel de estudios. En segundo
lugar, la violencia laboral se ha mencionado en relación a su imposibilidad de
conciliación de lo familiar y lo laboral, amén de las preguntas sexistas a las
que ha de responder con mentiras en la entrevista de trabajo a la que acude en
la escena inicial. A continuación, la violencia psicológica ejercida por
Samuel, quien primero le dice que abandone el tratamiento contra la ansiedad y
posteriormente que lo reanude -como si fuese decisión de él- sometiéndola a un
control exhaustivo de su comportamiento, en lugar de indagar en cuáles son las
causas de las situaciones que está denunciado Julia en la comunidad. La
violencia física se muestra cuando su marido la droga para que duerma sin su
consentimiento o cuando la deja encerrada en casa para irse con sus hijos a
pasar un día “en familia”. Por último, la violencia simbólica es una constante
en la cinta, especialmente en lo relacionado con el reparto de tareas
domésticas, que no existe. Ella hace la comida, tanto Samuel como sus hijos le
reprochan con desdén que no haya ido al supermercado o se marchan de casa
dejando la mesa repleta de platos y restos del almuerzo.
En
referencia a las violencias institucional y sexual se mencionan en el reportaje
televisivo de la mujer que ha sido fotografiada desnuda en la playa y ha sido
respaldada por el Tribunal Constitucional, sin embargo, no son violencias
relacionadas con la trama principal ni con el personaje de Julia.
El
nuevo estereotipo
En el
año 2008, la doctora Virginia Guarinos publica un listado de los estereotipos
más comunes asociados a los personajes femeninos (pp. 103-120). De los 20
perfiles recogidos en su estudio, 6 corresponden a tipos de madres demostrando
que una buena parte de los personajes femeninos que tienden a la estereotipia
están caracterizados por sus aptitudes maternales.
Estas mujeres
pueden corresponder a la terminología mater amabilis, si es la típica
ama de casa, feliz y atenta con su familia; mater dolorosa, sufridora,
ve cómo la vida maltrata a sus hijos; madre castradora, si es dominante; la
madrastra, que es como la castradora pero con hijos no naturales; la madre del
monstruo, si engendra a un hijo no deseado y acaba enfrentándose a él; y, por
último, la madre sin hijo que se caracterizan porque su incapacidad de ser
madres las desequilibra.
Una
vez descrita la historia de Julia, y teniendo en cuenta la concepción que el
espectador tiene de su personaje en base al final de la cinta, se puede
determinar que es un personaje estereotipado por su condición de madre. No en
vano, las acciones más importantes del personaje se concentran en, según ella, salvar
a sus hijos aunque esto suponga ponerlos en peligro -ya que considera que el
Samuel es un peligro mayor-, y según la realidad que se descubre al espectador,
es una madre incapaz de cuidarlos y protegerlos, hasta tal punto que Samuel ha
de pedir ayuda a una vecina para evitarles contactos con Julia soslayando la
posibilidad de que les involucre en situaciones traumáticas.
Dado
el hecho de que su comportamiento como personaje se basa en su condición de
madre eliminando cualquier otra arista que pudiera tener el personaje -como
mujer, como trabajadora, como vecina, como amiga, como compañera y, en suma,
como persona- se determina que tiende a la estereotipia sin cumplir ninguna de
las 6 categorías descritas por Guarinos para los personajes femeninos que tiene
comportamientos relacionados con la maternidad. Así pues, se añade una
categoría nueva, bajo el nombre “la madre trastornada” en la que se van a
incluir a partir de ahora a todas aquellas mujeres que ponen a sus hijos en
situaciones delicadas, como en ridículo o en peligro, debido a que sufren algún
tipo de enfermedad mental.
Nace,
por tanto, un nuevo estereotipo en la categoría sumando así, con permiso de su
autora, un total de 21 tipos de mujeres frecuentes en el cine. En este caso,
“la madre trastornada” puede encontrar proliferación de personajes en cualquier
género cinematográfico de cualquier país, pero puede ser especialmente
relevante en thrillers psicológicos o películas de terror.
REFERENCIAS
GUARINOS, V. (2008). Mujer y cine. En
Loscertales, F. y Núñez, T. (coord.), Los medios de comunicación con mirada
de género (pp. 103-120). Sevilla, España: Junta de Andalucía, Instituto
Andaluz de la Mujer.
Ayuda en acción (2018). Tipos de
violencia contra las mujeres. España: Ayuda en acción. Recuperado de https://ayudaenaccion.org/ong/blog/mujer/tipos-violencia-mujeres/
Laura Pacheco-Jiménez.